martes, 19 de abril de 2011

Análisis sobre la reforma de las pensiones

Parece que la actual política de recortes es insaciable, y además parece que la próxima víctima vamos a ser nosotros, o sea, la juventud. Sabemos a lo que nos referimos: la reforma de las pensiones. La principal modificación acordada se dirige a la ampliación de la edad de jubilación, que pasa de los 65 años a los 67 y la cotización necesaria para poder acceder al 100% de la pensión pasa de los 35 años actuales a los 37. Mientras tanto, las asesorías laborales dicen que estaba claro que era necesario tomar medidas, pero que no saben hasta qué punto llegarán a ser efectivas, por lo que la receta que nos mandan es que nos preparemos y acudamos a los sistemas privados de jubilación que al menos nos proporcionen una cierta estabilidad. Sin duda suena alentador.

Toda la gente no odia su trabajo pero, obviamente a nadie le gusta trabajar más de la cuenta, menos si es un trabajo duro y mal remunerado, y qué decir a partir de los 60 años… Entonces nos surge a todos la gran pregunta: ¿La reforma de las pensiones que el gobierno quiere llevar a cabo resulta inevitable? 
Esa es la pregunta clave. Sin embargo, aquí topamos con la incertidumbre que conlleva acertar sobre un tema de tal calibre, algo que para la inmensa mayoría de la población, carente de los conocimientos económicos necesarios, le resulta prácticamente imposible. 
Aceptaremos de buen grado trabajar hasta los 67 bajo cualquier condición? O, por el contrario, resistiremos ante esta nueva imposición tal y como por ejemplo ha ocurrido en Francia. ¿Y si tal vez fuéramos capaces de vislumbrar una perspectiva más amplia que nos permitiese, teniendo en cuenta las alternativas propuestas, concebir dicha reforma como una medida no tan justa y necesaria?

El argumento más utilizado para defender esta reforma ha girado en torno a la llamada inversión de la pirámide poblacional. El supuesto cambio demográfico al que nos exponemos en un futuro supondría una enorme presión para los ciudadanos medios. Éstos siempre serán los encargados de pagar la educación a los menores a la vez que serán los que costearán las pensiones de los ya jubilados. Por tanto se nos explica que, cual Nostradamus, en el 2050 habrá un pico en el coste de las pensiones que se elevará hasta el 15,4% del PIB, como cifra probable.
En función de los supuestos que se tomen a la hora de hacer la predicción esta cifra puede oscilar entre un 12 y un 22%, que podemos considerar el rango de incertidumbre lógico en toda predicción de este calibre. Si llegáramos al peor de los casos, los proponentes de la reforma quieren que nos cuestionemos si el estado podría soportar hasta un 22% del PIB dedicado a las pensiones. La respuesta es que obviamente no, y las reformas son la solución inevitable. No obstante, cabría recordar que la dependencia del sistema de las pensiones ligadas a las pirámides poblacionales se lleva hablando desde hace décadas y el sistema de la seguridad social ha sobrevivido con superávit.
Después de digerir todo el conjunto de argumentos económicos pro-reforma, podríamos incluso hasta aceptarlo a regañadientes, ya que, como bien nos demuestran, resulta inconcebible una vía distinta para la refinanciación del sistema de la seguridad social. Nos quieren llevar a un terreno fangoso en el que solamente es posible soportar las futuras jubilaciones por medio de la capitalización y, por tanto, se acude a la privatización por medio de la banca, como no, siempre tan interesada en resolver solidariamente cualquier problema de la sociedad.

Por supuesto, antes de querer replantearnos cualquier tema relacionado, debemos de tener en cuenta que nuestros honrados políticos no están por la labor de aplicarse la misma medicina que al resto de la población pretenden hacer tragar. En otras palabras, a ellos no les afecta en absoluto la reforma de las pensiones, al resto de los mortales sí. Para ellos les resulta estupendo que una pensión de viudedad no contributiva sea de 312,43€ (con lo que se discrimina y se desoye a las amas de casa que reivindican una equiparación de su pensión al salario mínimo interprofesional) mientras que a nuestros políticos, lo cuales pueden percibir dos y hasta 3 salarios del erario público, les basta con cotizar 7 años para cobra la pensión máxima, llegando a cobrar verdaderas cifras desorbitadas.

Lo primero de todo, se nos ocurre pensar: ¿Alguna vez se ha hecho una estimación acertada sobre el crecimiento del PIB real en un plazo estipulado cercano a los 40 años? ¿Pueden los economistas derivar con precisión una estimación de la variación del total de la producción agregada de un país en base a una supuesta tendencia macroeconómica previsible? Razonablemente cuestionable.

En cuanto al alargamiento de la esperanza de vida habría que matizar algunos detalles. La diferencia en los años de vida existente entre una persona pobre y otra rica en España es nada menos que de diez años. Estas diferencias en longevidad se deben a que el nivel de salud de la población depende, sobre todo, de la clase social a la cual se pertenece. Es comprensible que nos encontremos con gente que elige libremente la opción de incorporarse a un plan de pensiones privado, lo que no significa que tengan que estar automáticamente en contra del actual sistema de reparto público de pensiones. Pero retrasar la edad de jubilación a toda la población trabajadora sin más, es una medida que perjudica a las clases populares para beneficiar a las clases de mayores rentas que viven más años.

Catedráticos como Vicenç Navarro, economistas como Joseph Stiglitz, Dean Baker o Mark Weisbrot, entre otros contrarios a la doctrina neoliberal inquisidora, afirman que el sistema de pensiones público es más eficiente y estable que el de capitalización privada. Indudablemente este no es un tema fácil y, quizás haya que plantearlo en conjunto con otros temas económicos de actualidad, como por ejemplo los paraísos fiscales, el empleo sumergido, el fraude fiscal o el papel de las instituciones políticas y económicas. Si se incentivaran políticas de natalidad o se contara con una mayor apertura a la inmigración (gracias a ellos no tenemos una población todavía más envejecida), entre otras medidas redistributivas y flexibles, podrían solucionarse la mayoría de los problemas que nos ofrece el quebradero de cabeza de las pensiones, defienden los expertos.
Otra pregunta que no podemos evitar hacernos: ¿Dónde se enmarcaría dicha medida? ¿Dentro o fuera del paquete de medidas de ajuste presupuestarias para la crisis? - “¿Es necesario retrasar la edad legal de jubilación como reclama de manera insistente el Presidente del Gobierno?”- le pregunta el entrevistador a Carlos Bravo, secretario de S.S. y Previsión Social de CCOO- a lo que el sindicalista afirma: “No lo es y el Gobierno lo sabe. No hemos empezado ahora a hablar de estas cosas. Los representantes del Gobierno han compartido nuestro criterio hasta el 29 de enero de 2010 cuando lanzaron su propuesta. También lo han hecho después de esa fecha, cuando parecía que podíamos reconducir esta cuestión. Sin embargo en noviembre, tras el segundo periodo de tensiones sobre la prima de riesgo de la deuda, han recuperado esta cuestión de retrasar la edad legal de jubilación como si fuera determinante para el sistema de pensiones. Por eso es más irresponsable su comportamiento.” El periodista continúa: “¿Es útil reformar las pensiones para evitar presiones sobre los tipos de interés de la deuda española?” – éste le responde: “Una reforma del sistema de pensiones no es condición, ni necesaria ni suficiente, para evitar las tensiones sobre los tipos de interés de la deuda española. Desgraciadamente aun imponiendo el Gobierno una reforma no se eliminará ese problema.”- Sin palabras.

En resumen, la falta de credibilidad que sentimos hacia nuestros políticos hace que dudemos de todas aquellas medidas que nos venden como irremediable remedio al caos social, logrando de esta manera que dudemos del papel que desempeñan las oscuras instituciones transnacionales para el devenir hacia un desenlace aún más lúgubre de la humanidad.
Por consiguiente, manifestamos nuestra incredulidad y nos oponemos contundentemente a este nuevo ataque contra la dignidad y los derechos de los trabajadores.
La juventud no quiere ni tiene por qué pagar las consecuencias de una nefasta política económica y social que una vez más lastra nuestro futuro y lo esconde tras los intereses de unos pocos aguijones deseosos de parasitar nuestras pequeñas rentas. 

No queremos hacer el 67, queremos hacer el 69.
Frente a la cotización post mortem: ¡Iniciativa Juvenil!

1 comentario:

  1. Datos que se obvian, nunca los veras divulgados.-La EVBS (Esperanza de vida con buena salud) en España no llega a los 60 años en hombres y pasa un poco de 58 en mujeres. Es de las mas bajas de Europa. Los datos no son de ningun derrotista. http://www.ine.es/daco/daco42/discapa/espe.pdf

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